Como algunos de ustedes saben (porque lo compartí a través de redes sociales) hace algunos días estuve pintando una de las paredes de mi casa con un resultado bastante satisfactorio para mi gusto. Traté de documentar todo el proceso de forma gráfica, así que me gustaría compartirles cómo me fue.
Hace poco me mudé y desde el primer momento que me encontré con las paredes blancas decidí que algo no tradicional debía hacer. Así que comencé a darle vueltas y a buscar ideas en internet, principalmente de algo no tradicional.
Fue así como me topé con el blog de Noelle O'Reilly, donde encontré la inspiración para lo que yo quería hacer. Como lo planteaba Noelle era muy fácil. Pintura, Tape para pintar, un exacto y ganas.
Lo primero que hice fue pintar mi pared blanca con un color llamado Peacock Plume. Pasé tres capas porque quería que quedara impecable. Esta fue una de las cosas que más me demoró porque tenía que darle tiempo a la pintura para que secara.
Una vez seca la pared, procedí a delinear los arboles con la cinta azul. Decidí que quería seis árboles en mi pared, así que traté de distribuirlos uniformemente, aunque no todos eran del mismo tamaño.
Después de eso, con el exacto, definí la silueta de los árboles. Esta es una de las partes que más disfruté porque la idea es darles una forma semejante a la de los arboles reales. Luego de eso, quité la parte sobrante y pinté de blanco, nuevamente varias veces hasta que me sintiera cómodo con la definición.
Cuando estuvo seco hice las rayitas que definen los árboles, con la pintura de fondo, es decir color “Peacock Plume”.
De allí sólo tocaba esperar a que secara y comenzaba la verdadera diversión: quitar los metros y metros de tape.
Así que lo único que nos faltaba era disfruta de nuestra pared, ya terminada.
Lo único
que me gustaría comentar es que aunque es muy fácil, toma mucho tiempo, y hay
que tenerlo. Yo aproveché que hubo un feriado largo en Panamá, pero no siempre
se tiene esa oportunidad, así que si lo intentan, deberían contemplar ese
aspecto.
Yo quedé muy satisfecho. Me gustaría saber cómo lo ven ustedes, así que los dejo con este vídeo que lo cuenta mejor.
Hace unos días me enteré a través del Acelerador de Empresas
de Panamá (AEP) de una convocatoria muy interesante para los jóvenes,
principalmente aquellos interesados en convertirse en agentes de cambio.
La invitación, además del AEP, la hace el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), y es un llamado a todos los jóvenes (entre
18 y 30 años) que se consideren líderes, innovadores o visionarios a participar
de una conferencia dictada por organizaciones como Harvard, CNN y MTV.
De los que apliquen se seleccionarán 350 jóvenes para
participar gratuitamente en el seminario Juventud e Innovación Social para el Desarrollo, el
14 de marzo.
¿Será fácil encontrar 350 jóvenes con estas capacidades en Panamá? No
es tarea fácil, pero sí necesaria, al menos para los que tenemos esperanzas en
el futuro de este país. Por esa razón me he propuesto escribir este post y
ayudar al AEP a encontrarlos.
¿Tienes un hermano, un primo, un vecino, un sobrino que sea líder?
¿De los que sigues en Twitter, Facebook o Instagram hay algún visionario que
crees que pueda aportar al país? Lo necesitamos. Estoy seguro que iniciativas
como estás ayudan a sembrar las ideas que necesitamos para la nueva generación
de líderes de Panamá.
La convocatoria está abierta hasta el 1 de marzo y pueden
inscribirse en este link
Ya lo he contado aquí, mi familia es “del interior”. Somos
de Veraguas, por ende hay una parte del chip que viene programado con
compatibilidad con música típica.
Eso no significa que soy un gran amante de ese género
musical, aunque no puedo negar que hay temas que hacen que me piquen los pies
para agarrar una “cholita” y salir a pulir la hebilla, porque así es que se disfruta
el típico: abrazados, pegaditos y apercollados.
En mi playlist, hay algunas canciones típicas, y ayer
casualmente, mientras escuchaba saltó una de mis preferidas y me puse a pensar
cuáles son esas canciones de la música típica que amo. El resultado de esa
“meditación”, lo comparto con ustedes. A continuación, mis diez canciones
favoritas de la música típica panameña.
Mención muy honorifica: Propiedad Privada de Lucho de Sedas.
No encontré evidencia de que esta canción haya nacido en Panamá, aunque siempre
lo pensé. La escuché en todos los ritmo en Youtube, pero la versión de Lucho de Sedas sigue siendo la mejor que he escuchado. Si no
fuera por esto, estaría en el puesto uno.
10.La perra de Dorindo Cárdenas. Desde niño siempre me
llamó la atención esta canción. No estoy seguro por qué, pero creo que era
porque me imaginaba a la perra mordiendo al dueño y eso me creaba cierta
incomodidad, y que encima le hicieran una canción. No recuerdo si la canción
siempre va pegada a esta otra que se llama “Candela”…pero creo que la canta
toda Dorindo y yo no entiendo nada de la letra más que “la candela viva”.
9.Amor infiel de Nina Campines. Me gustan las canciones que
cuentan historias y esta de Nina Campines, figura gloriosa e histórica de la
música típica panameña, es un buen ejemplo, a pesar de que es una canciones “de
mujeres par mujeres”. Por cierto ¿Quién es la otra mujer del dúo ¿Por qué
nunca la conocimos como cantante? ¿O sí?
8.La chola que yo tengo de Manuel De Jesús Abrego. Esto fue
un suceso nacional, en todas partes del país se bailaba “La Chola” y las cholas
pues, lo bailaron sin pena. Un día mi papá me dijo que en la parte que dicen
“Pero me la enamoran, me la quieren quitar”, en realidad decían “Pedro [su
nombre] me la enamora, me la quiere quitar”, y desde entonces eso es lo que
escucho. Es una lastima que no pude conseguir el vídeo que se hizo para la
canción, si alguien lo ve pasar, me avisa.
7.La Querida de Samy y Sandra Sandoval. Hubo una época en
que todos los niños de Panamá, querían ser Samy o Sandra, e iban a la lotería,
a la televisión, a los aires de mi tierra, a los bailes, o los imitaban en la
escuela. Mi hermana y yo eramos de esos y cantábamos esta canción a todo pulmón, cada uno desde
su cuarto, obviamente sin la menor idea de lo que decía.
6.Bebé de Victorio Vergara. Bebé fue himno para todos los
que crecimos en los 90’s. Fue la mejor época de Victorio y los plumas negras,
hasta que, ya todos sabemos…se fue. Recuerdo esperaba con ganas en los bailes en el interior
a que la pusieran y sacar a bailar a una noviecita que tenía. Tiempos
aquellos.
5.El solitario de Dorindo Cardenas. A pesar de que hay una
confusión internacional, Bumbury incluido, esta canción pertenece a “El poste
de macano negro”. La canción tiene una de las letras más tristes de la música
típica nacional, pero es una obra maestra. La pregunta del millón, qué quiso
decir “Doro” con “arbolario”?
4.Vivimos un secreto de Victorio Vergara. No sé si era
porque era mi época adolescente de los amores secretos, pero esta es otra de mis
canciones favoritas. El vídeo es un poco
cursi, seguro lo pasaban en “Salsarengue” en Telemetro, pero lo tengo grabado
es mi cabeza. Es una de las mejores canciones para bailar, sobre todo, si viven
un secreto.
3. Gallina Fina de Samy y Sandra Sandoval. La culpa de que a
los de mi generación, y las generaciones siguientes a la mía, les guste la
música típica es de Samy y Sandra Sandoval. Gallina Fina es una muestra de cómo
lo hicieron, le dieron un sonido modernos a la música panameña. Eso hay que
agradecérselos y también los bailes de Sandra.
2.El pañuelito de Osvaldo Ayala. Tengo claro que Osvaldo es
uno de mis intérpretes favoritos de la música típica panameña (hasta que canta
cosas como Arre Chovengo). El pañuelito es una canción mágica, creo que porque
se repite cada frase dos veces y termina aprendiéndose lo que sigue. Además, el
ritmo es el preciso para enamorarse y desenamorarse en la misma pieza y, pues,
devolver el pañuelito. Y aunque a algunos les parece una aberración, a mi
también me gusta la versión de Paulette y Saik .
1. Los sentimientos del alma de Osvaldo Ayala, cantada por Eutimia
González. Poesía pura. Otra vez el acordeón de Osvaldo con una melodía que se
te queda en la cabeza por siempre. Despecho puro, “porque te quiero con el
corazón, tu me desprecias al sentirte amada”. Aunque es trágica, tiene un ritmo
bailable, lo cual se agradece.
Bueno, esas son mis favoritas ¿Tienen alguna ustedes?
Como ya expliqué en el post anterior, hace unos días estuve por Corozal,
el pueblo donde nacieron mis papás y donde vive gran parte de mi familia.
Durante mi visita aproveché para hacer un recorrido con mi tío Darío por
Valencia, el poblado (si se puede llamar así pues existían allí sólo dos casas)
donde vivían mis abuelos paternos, donde nació él y sus ocho hermanos.
Allá sólo nos queda la tierra y las vacas que se pasean entre lo que
antes era la casa de la familia. Sin embargo no deja de ser un lugar bonito con
muchos recuerdos dando vueltas entre las ramas de lo que queda sembrado,
caminando entre las patas de los caballos o impregnados todavía en la brisa.
Al principio no tenía en mente dejar evidencias del recorrido, pero
comenzaron a (re)aparecer ante mí tantas imágenes hermosas de (seguramente) una de las
partes del país más desconocidas y escondidas que decidí sacar el tab que
llevaba conmigo y aproveché para tomar algunas imágenes del recorrido.
No sólo eran los paisajes. El aire, el silencio, el aleteo de las
mariposas, mi tío con la camiseta a medio torso por el calor, el galope de los
caballos... todo era perfecto, así que decidí convertirlo en un ensayo fotográfico que quiero compartir con ustedes. A caballo. Así inició mi recorrido. Los caballos son los animales más hermosos de la tierra, además son muy intuitivos, dóciles y ágiles. Veo huellas de todos tamaños, formas y direcciones, sin embargo el caballo parece saber hacia dónde vamos.
Mamón chino. No se cuando aparecieron en Corozal, pero hace dos años no los recuerdo. Una razón más para ser feliz por estos lares.
Las riendas. Aunque el caballo sabe el camino es importante llevar las riendas.
El río. ¿Un obstáculo? Es la oportunidad de disfrutar de imágenes como esta.
Mi tío. Darío es el hermano menor de mi papá y esposo de Marianela, hermana de mi mamá. Por estas razones tenemos un vinculo muy especial ambas familias. Su profesión es el campo. Vaquero, agricultor, hombre alegre y buen bailador.
Tierra. En Corozal la tierra es roja. Es su sello, su marca característica. En nuestros paseos de verano nuestros zapatos siempre regresaron de ese color. No es tan feo como suena.
Vacas. No amo a las vacas tanto como a los caballos, pero hay algo en ellas que me genera ternura. Mi tío sabe como manipularlas, hacer que le sigan, que paren, que den la vuelta, que regresen. Quiero aprender a hacer eso.
Casa. Aquí quedaba la casa donde nació mi papá, pero hace casi diez años que no está. Mis abuelos se mudaron al pueblo y consiguieron vecinos y otras facilidades.
Cara de Nance. El nace existe y es delicioso. Es una fruta muy mal valorada, pero es una de mis favoritas. Amo el nance, la chica de nance, el duro de nance, el helado de nance y por supuesto la pesada de nance (Dios la bendiga).
Monte. Esto es hermoso, era los campos en los que jugaba mi papá cuando era niño y ahora le pertenecen. La paso bien de paseo, pero si me quedo solo en este lugar no sabría hacia donde agarrar.