martes, 15 de julio de 2008

1492/Etiquétame

Tengo la habilidad de reconocer la historia de la gente con solo mirarlos. Más que todo la uso para saber cuan inteligentes son las personas, porque detesto la gente descerebrada. No me llevo chascos, lo que veo es lo que es. Mentiroso, cochino, vulgar, infiel, bruta, pervertido, enferma, incapaz, lento, idiota, mormón.
Eso me sirve para hacer la selección que según la vida debería hacer la naturaleza. Puedo ver las más profundas perversiones de la gente en sus ojos, saber su historial sexual por el número de parpadeos por minuto, su educación por la forma en que mueven los labios y cuánto se asea por la separación que hay entre sus cejas.
No conozco a nadie que me haya dado una primera impresión mala y que después la haya cambiado. Soy de los que dicen sí a las primeras impresiones, porque así me ha funcionado. Ando haciendo “tags” por la vida sin que nadie me controle y me gusta. ¿Quién me puede decir que está mal etiquetar a un político como “anormal”, cuando es lo mejor que se le puede decir, o llamar a un compañero lujurioso “enfermo”, cuando no encuentras una palabra más acorde para su comportamiento?
Tengo que decirlo antes de terminar, no me gusta que me etiqueten. Por la sencilla razón de que todo el mundo cree hacerlo de la forma correcta, pero no tienen la menor idea de lo que hacen. No soy un sujeto etiquetable, pero si por algún razón yo me topara un día a mi mismo por la calle, al pasar a mi lado, me miraría de reojo y murmuraría para mi “perfecto”.



jueves, 10 de julio de 2008

1492/ Esas malditas diez

Es oficial, tengo diez libras de más. Yo, el tipo con el metabolismo más fenomenal del planeta, me declaro con problemas de peso. No sé cuando sucedió ni cómo. Mentira. Si sé cuando sucedió y cómo. Y como y como y como, y por eso aumenté.
Siempre he sido flaco. Muy flaco para algunos gustos, y siempre me recomendaban que aumentara un par de libras, y yo pensaba que sí, que unas libritas no son nada, pero ahora que está sucediendo de verdad, me doy cuenta que no, que sencillamente no me interesa. Dejé de hacer ejercicios por unas semanas, y prácticamente me he convertido en un gigantesco menjunje de libras.
El asunto es grave. No se trata de un par de libras que pueden disimularse fácilmente, se trata de que mi cuerpo está experimentando toda una metamorfosis. Me cuesta hacer movimientos rápidos de cintura, no quepo por los lugares adecuados y, lo peor, el 80% de mis pantalones, ya casi no me quedan.
Soy talla 30 desde hace cinco años y no pienso aumentar una talla más, en realidad me rehúso. Subir de medida, sería darle la batalla a la obesidad. Primero sería el 32, luego 36, al final tendría que mandar a hacer mis pantalones con un sastre, porque no habría talla que atajara mi gordura.
Así que “diez libras” les declaro la guerra. Prometo ponerme al día en mis ejercicios y cerrar la boca, porque ese es mi gran pecado, amo la comida por sobre todas las cosas. Ahora, sobre mi guerra, solo necesito un mes. Denme un mes, de puro sudor, y esas diez toneladas serán historia.



viernes, 4 de julio de 2008

Lucy escribe con frio

Mi amiguita Lucy Calderón, de Guatemala, fue seleccionada por la Federación Mundial de Periodistas Científicos, para una cobertura extrema a bordo de un barco hacia el Polo Norte. Ella está en el CCGS Amundsen, un rompehielos canadiense donde varios científicos efectúan investigaciones sobre el cambio climático. La envidiable experiencia es única, pero somos afortunados porque Lucy nos las describe a ratos súperabrigada desde su portátil.
Nuestro orgullo más grande es que Lucy es la ÚNICA Latinoamericana que va dentro del barco.Léanla en http://www.prensalibre.com/pl/2008/me/



Ovni en Panama???

Víctor Santos Gonzalez, residente en el Cangrejo hizo esta filmación la semana pasada. El vídeo me parece totalmente real, lo que no sé explicar es de qué se trata el interesante fenómeno que aparece en él. Juzguen ustedes mismos.



miércoles, 2 de julio de 2008

1492/ Cine y necia

Tengo un aprecio especial por el cine. Por el buen cine, por el cine malo, por las películas en general. Siempre he dicho que asistir a ver una película no es una actividad social ni mucho menos romántica, pero hay personas, creo que sobre todo en esta ciudad, que se empeñan en querer transformar mi afirmación. Claro que sin éxito.
El fin de semana fui con mis amigos a ver la película del simpático Wall-E, pero que no pude disfrutar por la exhaustiva participación de una narradora situada justo a mis espaldas, que hoy, varios días después sigo pensando que carecía de inteligencia alguna.
La historia del robotcito entró buena por mis ojos, pero se iba destruyendo a través de mis oídos. La chica con deficiencias intelectuales vociferaba para toda la sala lo que iba sucediendo y eso de pronto me hacia odiar cada cosas que aparecía en la pantalla. De vez en cuando deseaba que la pantalla se quedara en blanco, solo para que ella dejara de hacer sus tontos comentarios.
Cuando estábamos a punto de suicidarnos, se me ocurrió devolverle el favor y con ayuda de mi amiga, comenzamos a describir cada cosa que sucedió. Creo que entendió, porque bajó la guardia, lastimosamente solo por diez minutos.
Por fortuna, la película era corta, como el cerebro de la chica, pero la rabia nos ha durado hasta ahora. Repito, el cine no es social, espero que aquella mujer pueda entenderlo alguna vez. Por mi parte prometo que la próxima vez que me encuentre en una situación similar no seré cortés.