Sábado por la noche. Acostado en el sofá, veo que Netflix me
sugiere una de sus nuevas series: “Atypical”. La descripción: “un chico autista
que intenta buscar novia”, me hace dudar. Muy pocas veces vemos retratado en la
TV o en el cine este tema y ¿es un tema que a uno le interese ver?
Lo intentaré, me dije. Si no me gusta, elijo otra serie y
ya. Pero no llegué a eso. La serié me atrapó y me atrapó bien. Acabo de
terminar de ver los ocho capítulos de su primera temporada de seguido.
La serie cuenta episodios de la vida de Sam, un estudiante
de secundaria con autismo, que a raíz de sus conversaciones con su terapeuta
decide encontrar una novia.
Sam es un chico bastante independiente. Después de la
escuela trabaja en una tienda de electrónicos, hace listas de todo y tiene una
hermosa obsesión con la Antártida, de la cual conoce cada detalle.
Tiene una familia bastante particular, pero cariñosa, como
las nuestras. Una mamá sobreprotectora, un padre intermitente que le cuesta
aceptar la condición de su hijo para el mundo y una hermana menor (para mí el
mejor personaje de todos), que intenta ser el balance para todos ellos. Intervienen
también varios personajes secundarios que es mejor descubrirlos y amarlos.
La serie es una comedia, pero trata el tema del autismo de
forma realista y respetuosa, que me parece lo más relevante. Además, no se
enfoca en ello como un problema, sino como algo con lo que se enfrentan en la
misma forma en que se enfrentan a otras cosas de la vida.
Para mí lo mejor de la serie es que cada personaje está
construido de manera cuidadosa. Principalmente Sam, quien nos deja entrar a
veces en su mundo y mirar con sus ojos, permitiéndonos acercarnos al autismo de
otra manera.
La historia es hermosa, llena de matices y vale la pena la
sentada.