viernes, 13 de septiembre de 2019

Adiós, Pedro





Tu voz aún se escucha
como una saloma que crece en las montañas
y viaja como un eco en el sereno de la noche.

Nada apagará ese silbido de nuestras vidas,
nada borrará tu nombre de nuestros días.
No te irás, porque tu sonrisa nos lleva de la mano
y sacude, todavía, nuestras almas con tu amor.
No te vas, porque nuestros caminos están dibujados sobre tus hombros
y tu alegría sigue creciendo dentro de nosotros como un río.
Silbaré al cielo una vez cuando quiera encontrar tu canción.
Silbaré al cielo dos veces para que tus ojos iluminen mi vida.
Tú, sigue entonando esa melodía, que remece las palmas con fuerza,
y acurrúcanos hoy y mañana, como ayer.

Gracias, Pedro.

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