viernes, 13 de septiembre de 2019

Gracias, Papá




Una de las primeras cosas que aprendí en la vida fue a silbar. ¿Por qué eso me entusiasma tanto? Porque era una característica de mi papá. Sus días siempre estuvieron amenizados por un silbido especial, una tonada reconfortante que guiaba sus pasos, y los nuestros, y movía el planeta, y yo siempre iba detrás suyo buscando parecerme a él.
En los últimos siete años, mi papá padeció de Alzheimer. Fue perdiendo su capacidad de recordar, de decirnos lo que sentía, de reconocernos, de saber cómo nos llamábamos o quienes éramos, pero increíblemente de vez en cuando nos sorprendía con uno de sus silbidos. A mi me gustaba pensar que era él, el de antes, diciéndonos que estaba allí todavía y que seguía peleando con la enfermedad, y estoy seguro de que así fue, porque no hubo nada que el tuviese miedo de enfrentar.
Mi papá siempre fue un gran hombre. Era valiente, tranquilo, paciente, el primero que estaba disponible cuando se necesitaba ayuda, el que siempre sacrificaba su comodidad por el bienestar de la mayoría, el que buscaba hacerte sonreír.
Estos últimos años fueron duros, tanto para él como para nosotros como familia, pero me reconfortaba llegar a casa y mirarlo reír apenas me veía o me escuchaba saludarlo. ¿Cómo estás, Pedrito?, le decía, porque ya no reaccionaba si le decía papá y abrazarlo era uno de los momentos más felices de mi día, y ahora no solo perdí a Pedro, si no que también se esfumó la posibilidad de repetir ese momento.
Me ha costado procesarlo. Hemos tenido, como familia, la semana más difícil de nuestras vidas. Esto realmente ha sido duro. No sólo porque perdimos a nuestro papá, también porque se fue el pilar de nuestras vidas. He pensado mucho en cómo asimilarlo, cómo seguir sin es parte, también mía, que ya no está, y he encontrado algo de consuelo, al recordar lo que ha sido. Pedro fue un gran hijo, un muy buen hermano, un excelente amigo, un esposo enamorado y el mejor papá del mundo. Fue un hombre recto, serio, respetuoso, amable, cariñoso, bueno, principalmente eso, buena persona.
Fue un padre sacrificado que se preocupó por siempre darnos lo mejor y no permitir que nos faltara nada. Yo muchas veces lo vi privarse de cosas para hacernos felices, y aunque lo entendí con el tiempo, y pude agradecerle, nunca será suficiente para todo lo que nos dio y entregó sin esperar nada a cambio. Aun enfermo no perdía su capacidad de amar o de enamorar, de tirarle un besito a mi mamá de vez en cuando, aun cuando la estaba pasando difícil, de tranquilizarnos con una sonrisa o con un baile a cualquier hora del día.
Como dije antes, esta ha sido la semana más difícil de nuestras vidas. Sin embargo, no hubiésemos podido afrontarlo sin el apoyo y el cariño de ustedes. De nuestra familia, de nuestros amigos, vecinos, personas que conocieron a mi papá y han tenido una palabra de aliento en estos días para poder seguir adelante. Les damos las gracias por acompañarnos en ese momento y ahora y esperamos que el buen ejemplo de Pedro no siga acompañando en adelante.
Pedro, Papá, Pedrito, Peter, Viejito, Papa, quiero decirte que me siento orgulloso de ser tu hijo, de haber vivido junto a ti tantos momentos felices. Sigue guiando mis pasos, sigue siendo mi luz, mi fuerza.  Gracias, Papa, Te amo.

Adiós, Pedro





Tu voz aún se escucha
como una saloma que crece en las montañas
y viaja como un eco en el sereno de la noche.

Nada apagará ese silbido de nuestras vidas,
nada borrará tu nombre de nuestros días.
No te irás, porque tu sonrisa nos lleva de la mano
y sacude, todavía, nuestras almas con tu amor.
No te vas, porque nuestros caminos están dibujados sobre tus hombros
y tu alegría sigue creciendo dentro de nosotros como un río.
Silbaré al cielo una vez cuando quiera encontrar tu canción.
Silbaré al cielo dos veces para que tus ojos iluminen mi vida.
Tú, sigue entonando esa melodía, que remece las palmas con fuerza,
y acurrúcanos hoy y mañana, como ayer.

Gracias, Pedro.

jueves, 21 de junio de 2018

Disfrutando de San Blas, en Guna Yala, Panamá.

Hace unos meses visité el archipiélago de San Blas, en Panamá, por segunda vez y volví a enamorarme.

Siempre he sentido envidia de los Gunas que han nacido allí, rodeados de aguas cristalinas, arena suave, salidas y puestas de sol impresionantes y la mejor comida del mar del mundo.

El archipiélago está compuesto por 365 islas, una para cada día del año si se quisiera, aunque no todas están habitadas. Se ubica en la costa caribe panameña, en Guna Yala, comarca que es hogar los Gunas, indígenas panameños a quienes les perteneces todo este territorio.
En la mayoría de las islas el mar circundante es de poca profundidad y totalmente transparente y se pueden encontrar variedades de peces, estrellas de mar y crustáceos a simple vista. Desde Ciudad de Panamá el viaje en auto puede tomar entre dos y tres horas. Luego desde el puerto te puedo tomar entre media hora y una hora llegar a la isla que hayas elegido. En este video les muestro la isla Perro Chico, una de las más bonitas del archipiélago y la piscina Natural, una formación a mar abierto por la que se puede caminar con tranquilidad. El efecto de estar parado en la mitad del mar es increíble.




domingo, 13 de agosto de 2017

Ya me vi Atypical




Sábado por la noche. Acostado en el sofá, veo que Netflix me sugiere una de sus nuevas series: “Atypical”. La descripción: “un chico autista que intenta buscar novia”, me hace dudar. Muy pocas veces vemos retratado en la TV o en el cine este tema y ¿es un tema que a uno le interese ver?

Lo intentaré, me dije. Si no me gusta, elijo otra serie y ya. Pero no llegué a eso. La serié me atrapó y me atrapó bien. Acabo de terminar de ver los ocho capítulos de su primera temporada de seguido.

La serie cuenta episodios de la vida de Sam, un estudiante de secundaria con autismo, que a raíz de sus conversaciones con su terapeuta decide encontrar una novia.  

Sam es un chico bastante independiente. Después de la escuela trabaja en una tienda de electrónicos, hace listas de todo y tiene una hermosa obsesión con la Antártida, de la cual conoce cada detalle.

Tiene una familia bastante particular, pero cariñosa, como las nuestras. Una mamá sobreprotectora, un padre intermitente que le cuesta aceptar la condición de su hijo para el mundo y una hermana menor (para mí el mejor personaje de todos), que intenta ser el balance para todos ellos. Intervienen también varios personajes secundarios que es mejor descubrirlos y amarlos.

La serie es una comedia, pero trata el tema del autismo de forma realista y respetuosa, que me parece lo más relevante. Además, no se enfoca en ello como un problema, sino como algo con lo que se enfrentan en la misma forma en que se enfrentan a otras cosas de la vida.  

Para mí lo mejor de la serie es que cada personaje está construido de manera cuidadosa. Principalmente Sam, quien nos deja entrar a veces en su mundo y mirar con sus ojos, permitiéndonos acercarnos al autismo de otra manera.


La historia es hermosa, llena de matices y vale la pena la sentada.



domingo, 8 de enero de 2017

La luna está hermosa

¿Viste la luna?
Está hermosa.
Remoja sus cabellos en tus ojos, mientras tus labios le arrancan un pedazo.
¿viste la luna?
Se balancea.
Está caminando como un gato sobre mi techo y maulla tu nombre a carcajadas.
¿viste la luna?
te está mirando
Te está rascando los sueños y se pone las botas antes de despedirse.
¿viste la luna?
dice que no vuelve.
Se esconde tras mis penas y mis sueños y los suyos.
¿y si no vuelve?
La luna está hermosa