jueves, 21 de febrero de 2008

1492/El mejor de los humildes

Tres pasos adelante, uno atrás. Ando en una procesión continua. Tal vez no he sido el tipo que mejor le cae a la gente. Soy engreído. Eso me dicen. Eso digo. Eso me han hecho creer. Al final, todo se conjuga en que soy un tipo al que le ha ido bastante bien. No me puedo quejar, he tenido mucha suerte en la vida. Okay. Tampoco tanta suerte. En el amor soy un revoltorio. Una cosa que ni yo mismo sé explicar pero que no funciona bien. Al menos no me quejo de ello. (O ya lo hice)
A veces nos convertimos en victimas de nuestra propia fortuna. Somos condenados por nuestra suerte, por nuestra mala suerte…al final ¿Qué queda de nosotros? Y viene la pregunta… ¿qué hace uno con suerte en el mundo? O sencillamente ¿A qué llamo tener suerte? En parte a esto. A poder hacer lo que quiero, sin medida. Decir lo que pienso, también ayuda. El resto ha llegado. De alguna extraña manera toda mi suerte ha llegado. Me siento orgulloso de ello. La suerte me llega por ser yo. (Afortunadamente no soy alguien más) Entonces me dicen que soy un vanidoso. Sé que soy más de lo que puedo desear. No soy vanidoso. No puedo serlo, soy el mejor de los humildes. Todos los mañanas, cuando me levanto y me veo al espejo doy gracias a la creación por mi perfección. Eso significa que soy humilde al aceptarlo. La culpa es de la creación, no mía, hay cosas a las que no podemos quitarle mérito.
Ya vi el punto. Me acabo de dar cuenta que siempre termino creyendo que es cierto lo que la gente dice que soy. ¿Lo soy?