sábado, 3 de noviembre de 2012

Mi top 10 canciones típicas panameñas



Ya lo he contado aquí, mi familia es “del interior”. Somos de Veraguas, por ende hay una parte del chip que viene programado con compatibilidad con música típica.

Eso no significa que soy un gran amante de ese género musical, aunque no puedo negar que hay temas que hacen que me piquen los pies para agarrar una “cholita” y salir a pulir la hebilla, porque así es que se disfruta el típico: abrazados, pegaditos y apercollados.

En mi playlist, hay algunas canciones típicas, y ayer casualmente, mientras escuchaba saltó una de mis preferidas y me puse a pensar cuáles son esas canciones de la música típica que amo. El resultado de esa “meditación”, lo comparto con ustedes. A continuación, mis diez canciones favoritas de la música típica panameña.

Mención muy honorifica: Propiedad Privada de Lucho de Sedas. No encontré evidencia de que esta canción haya nacido en Panamá, aunque siempre lo pensé. La escuché en todos los ritmo en Youtube, pero la versión de Lucho de Sedas sigue siendo la mejor que he escuchado. Si no fuera por esto, estaría en el puesto uno.



10. La perra de Dorindo Cárdenas. Desde niño siempre me llamó la atención esta canción. No estoy seguro por qué, pero creo que era porque me imaginaba a la perra mordiendo al dueño y eso me creaba cierta incomodidad, y que encima le hicieran una canción. No recuerdo si la canción siempre va pegada a esta otra que se llama “Candela”…pero creo que la canta toda Dorindo y yo no entiendo nada de la letra más que “la candela viva”.


9. Amor infiel de Nina Campines. Me gustan las canciones que cuentan historias y esta de Nina Campines, figura gloriosa e histórica de la música típica panameña, es un buen ejemplo, a pesar de que es una canciones “de mujeres par mujeres”. Por cierto ¿Quién es la otra mujer del dúo  ¿Por qué nunca la conocimos como cantante? ¿O sí?



8. La chola que yo tengo de Manuel De Jesús Abrego. Esto fue un suceso nacional, en todas partes del país se bailaba “La Chola” y las cholas pues, lo bailaron sin pena. Un día mi papá me dijo que en la parte que dicen “Pero me la enamoran, me la quieren quitar”, en realidad decían “Pedro [su nombre] me la enamora, me la quiere quitar”, y desde entonces eso es lo que escucho. Es una lastima que no pude conseguir el vídeo que se hizo para la canción, si alguien lo ve pasar, me avisa.



7. La Querida de Samy y Sandra Sandoval. Hubo una época en que todos los niños de Panamá, querían ser Samy o Sandra, e iban a la lotería, a la televisión, a los aires de mi tierra, a los bailes, o los imitaban en la escuela. Mi hermana y yo eramos de esos y cantábamos esta canción a todo pulmón, cada uno desde su cuarto, obviamente sin la menor idea de lo que decía.


6. Bebé de Victorio Vergara. Bebé fue himno para todos los que crecimos en los 90’s. Fue la mejor época de Victorio y los plumas negras, hasta que, ya todos sabemos…se fue. Recuerdo esperaba con ganas en los bailes en el interior a que la pusieran y sacar a bailar a una noviecita que tenía. Tiempos aquellos. 



5.El solitario de Dorindo Cardenas. A pesar de que hay una confusión internacional, Bumbury incluido, esta canción pertenece a “El poste de macano negro”. La canción tiene una de las letras más tristes de la música típica nacional, pero es una obra maestra. La pregunta del millón, qué quiso decir “Doro” con “arbolario”?




4. Vivimos un secreto de Victorio Vergara. No sé si era porque era mi época adolescente de los amores secretos, pero esta es otra de mis canciones favoritas.  El vídeo es un poco cursi, seguro lo pasaban en “Salsarengue” en Telemetro, pero lo tengo grabado es mi cabeza. Es una de las mejores canciones para bailar, sobre todo, si viven un secreto.



3. Gallina Fina de Samy y Sandra Sandoval. La culpa de que a los de mi generación, y las generaciones siguientes a la mía, les guste la música típica es de Samy y Sandra Sandoval. Gallina Fina es una muestra de cómo lo hicieron, le dieron un sonido modernos a la música panameña. Eso hay que agradecérselos y también los bailes de Sandra.




2. El pañuelito de Osvaldo Ayala. Tengo claro que Osvaldo es uno de mis intérpretes favoritos de la música típica panameña (hasta que canta cosas como Arre Chovengo). El pañuelito es una canción mágica, creo que porque se repite cada frase dos veces y termina aprendiéndose lo que sigue. Además, el ritmo es el preciso para enamorarse y desenamorarse en la misma pieza y, pues, devolver el pañuelito. Y aunque a algunos les parece una aberración, a mi también me gusta la versión de Paulette y Saik .


1. Los sentimientos del alma de Osvaldo Ayala, cantada por Eutimia González. Poesía pura. Otra vez el acordeón de Osvaldo con una melodía que se te queda en la cabeza por siempre. Despecho puro, “porque te quiero con el corazón, tu me desprecias al sentirte amada”. Aunque es trágica, tiene un ritmo bailable, lo cual se agradece.



Bueno, esas son mis favoritas ¿Tienen alguna ustedes?

jueves, 6 de septiembre de 2012

El vaquero: volviendo a Valencia



Como ya expliqué en el post anterior, hace unos días estuve por Corozal, el pueblo donde nacieron mis papás y donde vive gran parte de mi familia. Durante mi visita aproveché para hacer un recorrido con mi tío Darío por Valencia, el poblado (si se puede llamar así pues existían allí sólo dos casas) donde vivían mis abuelos paternos, donde nació él y sus ocho hermanos.

Allá sólo nos queda la tierra y las vacas que se pasean entre lo que antes era la casa de la familia. Sin embargo no deja de ser un lugar bonito con muchos recuerdos dando vueltas entre las ramas de lo que queda sembrado, caminando entre las patas de los caballos o impregnados todavía en la brisa.

Al principio no tenía en mente dejar evidencias del recorrido, pero comenzaron a (re)aparecer ante mí tantas imágenes hermosas de (seguramente) una de las partes del país más desconocidas y escondidas que decidí sacar el tab que llevaba conmigo y aproveché para tomar algunas imágenes del recorrido.

No sólo eran los paisajes. El aire, el silencio, el aleteo de las mariposas, mi tío con la camiseta a medio torso por el calor, el galope de los caballos... todo era perfecto, así que decidí convertirlo en un ensayo fotográfico que quiero compartir con ustedes.

A caballo. Así inició mi recorrido. Los caballos son los animales más hermosos de la tierra, además son muy intuitivos, dóciles y ágiles. Veo huellas de todos tamaños, formas y direcciones, sin embargo el caballo parece saber hacia dónde vamos.


Mamón chino. No se cuando aparecieron en Corozal, pero hace dos años no los recuerdo. Una razón más para ser feliz por estos lares.


Las riendas. Aunque el caballo sabe el camino es importante llevar las riendas. 


El río. ¿Un obstáculo? Es la oportunidad de disfrutar de imágenes como esta.



Mi tío. Darío es el hermano menor de mi papá y esposo de Marianela, hermana de mi mamá. Por estas razones tenemos un vinculo muy especial ambas familias. Su profesión es el campo. Vaquero, agricultor, hombre alegre y buen bailador.




Tierra. En Corozal la tierra es roja. Es su sello, su marca característica. En nuestros paseos de verano nuestros zapatos siempre regresaron de ese color. No es tan feo como suena.


Vacas. No amo a las vacas tanto como a los caballos, pero hay algo en ellas que me genera ternura. Mi tío sabe como manipularlas, hacer que le sigan, que paren, que den la vuelta, que regresen. Quiero aprender a hacer eso. 



Casa. Aquí quedaba la casa donde nació mi papá, pero hace casi diez años que no está. Mis abuelos se mudaron al pueblo y consiguieron vecinos y otras facilidades.


Cara de Nance. El nace existe y es delicioso. Es una fruta muy mal valorada, pero es una de mis favoritas. Amo el nance, la chica de nance, el duro de nance, el helado de nance y por supuesto la pesada de nance (Dios la bendiga).


Monte. Esto es hermoso, era los campos en los que jugaba mi papá cuando era niño y ahora le pertenecen. La paso bien de paseo, pero si me quedo solo en este lugar no sabría hacia donde agarrar.


domingo, 2 de septiembre de 2012

La mamá de la mamá de mi mamá




Hace unos días estuve por Corozal, el pueblo donde nacieron mis papás. Es un lugar casi olvidado por el mundo, en la serranía veragüense (Las Palmas), pero en el que está parte de mi corazón por varias razones, entre ellas que estoy seguro de haber sido concebido en esa parte del planeta.

Otra de las cosas por las que le tengo mucho cariño a Corozal es porque allí vive casi el 60 por ciento de mi familia. Mis abuelos, varios tíos y primos…y por allí. Prácticamente toda la gente del pueblo es mi familia. Los que no son familia por parte de mi mamá lo son por mi papá. Por eso es que hay una hermana de mi mamá casada con un hermano de mi papá y tres hermanos de mi mamá casados con sobrinas de mi papá, pero esa es otra historia, esta vez quisiera contarles de mi abuela, en realidad, bisabuela, la abuela de mi mamá.

Tuve la suerte de conocer a mis bisabuelos. A la abuela de mi papá, Estefanía “Mimi”, la conocí ya muy acabadita en una silla de ruedas, pero la recuerdo con cariño. A los abuelos de mi mamá si los conocí a los cuatro. Mis abuelos Chico y Evelina que, aunque separados, vivían en la Ciudad y los visitábamos eventualmente, y a mis abuelos José y Marcelina, que siempre vivieron en Corozal.

Ahora solo queda mi abuela Marcelina, así que mi visita en parte, tenía que ver con ella.

A su casa me fui acompañado de mi mamá. Nos acercamos sigilosamente con la intención de sorprenderla. La divisamos a lo lejos y en realidad los sorprendidos fuimos nosotros. Aunque la verdad, casi no hay sorpresas cuando se trata de ella.

Cuando yo era niño, ella ya era la abuela de mi mamá, es decir era una viejita, una linda viejita a la que amo. Siempre que llegaba a saludar estaba en algo: cosiendo, cocinando o lavando ropa a la antigua, restregando la ropa a mano.

Esta vez la encontramos cosiendo. Tiene 94 años y aún cose. No nos escuchó cuando llegamos, así que nos quedamos mirándola un rato mientras ella seguía con su costura. Mi mamá que la quiere mucho, le miraba con ojos de ternura, de hecho siempre se ha referido a ella como “mi mama”.

Un rato después la saludamos. Me miró un rato para reconocerme y me halló en su mente. Hace casi dos años que no me veía y pues ahora hasta a los más jóvenes les cuesta reconocerme. Me he puesto muy guapo.

-¿Y qué hace?-Le pregunté. La respuesta obvia fue describirlo, estaba confeccionando una colcha con retazos de tela de todos los colores y texturas. Desde niño he relacionado ese tipo de mantas con las que ella hace y estoy seguro que ese recuerdo permanecerá conmigo siempre.

Después de un rato de conversa nos dimos cuenta que no camina bien, que casi no escucha y se las arregla para ver, pero lo que si le sobran son ánimos para hacer cosas. Por su condición no tiene muchas opciones, así que la máquina de coser es su compañera más habitual.

Me dio mucha alegría ver a mi abuela en esta ocasión y sentirme niño otra vez, porque cuando estoy con ella siento que el tiempo no pasa. 

domingo, 22 de julio de 2012

¿Así se forma la lluvia?

Aprovechemos el día lluvioso para ver este genial cortometraje.  Se llama "Cloudy" y fue hecho por los artistas Samuel Borkson y Arturo Sandoval. Disfrútenlo sumergidos en sus mantitas.