Caramel es una chica británica, que se ha radicado en Panamá para cumplir su sueño de ser cantante. Tiene varias canciones sonando, y la verdad es que me encanta verla, tienen un feeling muy cool. Espero que repunte su carrera, porque la verdad lo merece. Mientras disfrútenla en sus videos.
miércoles, 26 de marzo de 2008
1492/Mi diablo rojo (No es otro post religioso)
No tengo ningún mal rato en mente de la época en que viajaba en bus, más allá de ir guindado en la puerta, que se me haya roto el pantalón con un alambre salido de uno de los asientos (justo antes de una entrevista) o del día que me subí como a las doce y media de la noche en uno donde el conductor parecía tener cinco años menos que yo (que tendría 20) y llevaba como siete pavos que fumaban sustancias extrañas en la parte de atrás mientras alentaban al chofer a aumentar la velocidad (eso sí, hicimos el recorrido en un tercio del tiempo). Pero esos eran tiempos en que hacerlo costaba solo quince centavos, y las trivialidades por ese precio parecían un premio. Sin embargo, cuando se subió el precio a veinticinco centavos (4 dólares adicionales al mes para una persona que solo lo usa de ida y vuelta, y que es más del uno por ciento del salario mínimo), se hizo con el compromiso de que mejorarían, cosa que no se ha cumplido ni en los sueños de los dirigentes del transporte, pero que está costando lagrimas que ahora viven regadas en el asfalto.
El transporte público no es un negocio. Si no les resulta rentable, vendan sus cupos, vendan sus buses, dedíquense a vender gasolina (que ahora es más costosa que el oro) y dejen que alguien, que en verdad quiera, tomar las riendas de esto. Mis buenos modales me impiden decir lo que deseo para los transportistas, pero la intención es lo que cuenta. Sé que todos añoramos el día en que nos llegue un sistema digno de transporte público.
El transporte público no es un negocio. Si no les resulta rentable, vendan sus cupos, vendan sus buses, dedíquense a vender gasolina (que ahora es más costosa que el oro) y dejen que alguien, que en verdad quiera, tomar las riendas de esto. Mis buenos modales me impiden decir lo que deseo para los transportistas, pero la intención es lo que cuenta. Sé que todos añoramos el día en que nos llegue un sistema digno de transporte público.
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