jueves, 10 de julio de 2008

1492/ Esas malditas diez

Es oficial, tengo diez libras de más. Yo, el tipo con el metabolismo más fenomenal del planeta, me declaro con problemas de peso. No sé cuando sucedió ni cómo. Mentira. Si sé cuando sucedió y cómo. Y como y como y como, y por eso aumenté.
Siempre he sido flaco. Muy flaco para algunos gustos, y siempre me recomendaban que aumentara un par de libras, y yo pensaba que sí, que unas libritas no son nada, pero ahora que está sucediendo de verdad, me doy cuenta que no, que sencillamente no me interesa. Dejé de hacer ejercicios por unas semanas, y prácticamente me he convertido en un gigantesco menjunje de libras.
El asunto es grave. No se trata de un par de libras que pueden disimularse fácilmente, se trata de que mi cuerpo está experimentando toda una metamorfosis. Me cuesta hacer movimientos rápidos de cintura, no quepo por los lugares adecuados y, lo peor, el 80% de mis pantalones, ya casi no me quedan.
Soy talla 30 desde hace cinco años y no pienso aumentar una talla más, en realidad me rehúso. Subir de medida, sería darle la batalla a la obesidad. Primero sería el 32, luego 36, al final tendría que mandar a hacer mis pantalones con un sastre, porque no habría talla que atajara mi gordura.
Así que “diez libras” les declaro la guerra. Prometo ponerme al día en mis ejercicios y cerrar la boca, porque ese es mi gran pecado, amo la comida por sobre todas las cosas. Ahora, sobre mi guerra, solo necesito un mes. Denme un mes, de puro sudor, y esas diez toneladas serán historia.