lunes, 15 de junio de 2009

Diario de una cebollita: Día 5



Diario de una cebollita

Día 5

Humedal

Por Dionisio Guerra

En la mañana, lo primero que hice fue ir a otro salón de belleza a que me emparejaran la tragedia que traía encima. La verdad, hizo un milagro. Me quedó muy cortito, pero no se ve atroz, además según me dijo el peluquero, así mi pechonalidad resaltaba más. Me vi en el espejo y me pareció, así que esta vez salí con la frente en alta.

De regreso a la oficina iba pensando en lo fácil que cambia mi percepción de la gente. Al principio de esta semana rogaba que se diera la oportunidad de llevarle una taza de café a Fabián para echarle veneno de ratas dentro, pero ahora, finalizando la semana, tengo una ganas intensas de verlo.

Nos encontramos en el estacionamiento y me preguntó si quería almorzar con él. Le dije que sí, sin dudarlo. Mientras subíamos en el ascensor otra vez sentí el perfume, el de la locura, y me contagié. Rogaba por que llegara el medio día. Me dijo que vendrían a verlo unos clientes, que después hablábamos.

Me la pase feliz toda la mañana. Las otras me miraban raro y ya no me importaba si era por mi pelo. Pasé varias veces por café a la cocina soñando encontrármelo. Pero nada de eso sucedió.

Iban a ser las once de la mañana, cuando escuchamos un ruido extraño. Como una explosión. Parecía como su una corriente de aire hubiese entrado estrepitosamente. Como cesó, no le dimos importancia, hasta unos quince minutos después cuando la oficina se empezó a inundar.

Al parecer en el piso de arriba la presión hizo que las tuberías colapsaran, y el agua comenzó a filtrase de un piso a otro. Intentamos recoger las cosas, pero el Administrador ordenó que nos retiráramos a casa.

Como teníamos el resto del día a las muchachas se les ocurrió irnos de compra. Le pregunté a la recepcionista por Fabián y me dijo que lo vio salir con los clientes con los que estaba reunido y no dijo a qué hora volvería.

Me sentí decepcionada. ¿Se le habría olvidado la invitación?

Pasamos toda la tarde haciendo “window shopping” y por una de esas casualidades de la vida, mientras estaba en la sección de ropa interior de un almacén, se me apareció Cristian, mi exnovio favorito. Me dio un beso que dejó envidiosas a todas mis compañeras de trabajo, me tomó de la mano y me llevó fuera. Conversamos por largo rato.

Desde que terminamos, hace tres años, no nos volvimos a llamar ni coincidimos más. Ahora parecía otra persona. Amable, cordial, cariñoso, como en los primeros días de nuestra relación. Casi que me vuelvo a enamorar. A ese hombre yo lo amé con todas mis fuerzas, pero al final de nuestra relación se convirtió en un monstruo. Ahora me parecía estar viviendo un deja vu de aquellas épocas.

Me dijo que estaba de vacaciones, que me veía preciosa y que había dejado a la chola ridícula con la que se fue a vivir después que nuestra relación se acabó. “Vamos a salir”, me dijo, con su peculiar forma juguetona de convencerme. ¿Porqué debía decirle que no? Siempre he creído en las segundas oportunidades. Así que mañana vamos a ir al cine y después a cenar.

Me fui a la casa medio ilusionada. Creo que si fuéramos novios ahora seriamos más felices que cuando lo fuimos. Prácticamente éramos unos niños que no sabían nada de la vida.

Llegué a casa y me puse a ver fotos viejas de Cristian y cada vez me convencía más de que nuestra salida de mañana puede ser una nueva oportunidad. Leí sus cartas locas, sus poemas con faltas ortográficas y recordé sus llamadas en la madrugada hasta que nos quedábamos dormidos los dos en el teléfono.

Pero la burbuja de ilusión que me rodeaba fue interrumpida a eso de las nueve de la noche por el sonido de mi celular. Era Fabián, apenado, disculpándose y explicándome que los clientes extranjeros se lo llevaron a que les enseñara Panamá y no lo soltaron hasta ahora.

Lo primero que estoy haciendo es llamarte. Aún no me voy del hotel. Necesito que me disculpes”. Después sugirió algo que tuve que pedirle que repitiera para entenderlo. Según él cumple años el domingo y sus amigos han decidido organizarle una fiesta en un yate y quiere que lo acompañe. Salen mañana a las nueve de la noche y se quedan hasta el domingo en la tarde en la isla de Taboga.

Mi primera reacción fue decirle que sí, pero después me acordé que ya había quedado con Cristian para mañana. Así que por más que me encantara la idea tuve que negarme. “Es que ya había hecho planes con mi familia”, le dije.

No puedo negar que las últimas ocho horas han cambiado totalmente mi estado de ánimo. ¿Quién lo diría? Yo hoy soy asediada por varios galanes. A tal punto que tengo que escoger. La verdad espero haber hecho la mejor elección, mejor es malo conocido que bueno por conocer.

Mira tú, es la primera noche en días que no estoy llorando.

jueves, 11 de junio de 2009

Diario de una cebollita: Día 4


Diario de una cebollita

Día 4

Napoleón

Por Dionisio Guerra


Debí dormir una hora. Estoy exhausta. Estoy llorando esta noche también. En parte por mi pelo, pero también por sensación extraña, que es mezcla de emoción con miedo.

En la mañana, con las pocas fuerzas que me quedaban me fui al salón de belleza para estar regia en la reunión de la tarde. Le pedí blower, pero la estilista me recomendó recortarme las puntas. Yo todavía adormilada le decía que sí a todo lo que ella sugería.

Cuando terminó casi le pido las tijeras para hacerme un hara-kiri. Lo que hizo no tiene nombre. Mi cabeza era como la abuela de “Pedro el escamoso”. En la parte superior lo dejó bien corto, pero la parte de atrás tenía mechones de todos los tamaños.

La cara de la dominicana era casi la mía. Creo que ella quiso hacer un experimento, que resultó fallido. Lo malo fue que mi cabeza sufrió las consecuencias. Salí de allí mirando al piso, a punto de llorar, pensando en la reunión de la tarde.

Al entrar a la oficina sentí que todo el mundo se burlaba de mi. Desde la atrevida de la recepcionista hasta cada uno de los socios. No había forma en que me peinara que no se notara. Era un real desastre. Es el mismo corte con que recuerdo a mi tía, y que mi prima llamaba el corte “napoleón”.

A las tres quedé de reunirme en el lobby con Fabián, el nuevo socio. Cuando me vio puso una cara de espanto, que estoy segura era por nuevo corte de pelo. Nos fuimos en su carro, sin decir ninguno palabra alguna. Encerrados los dos, comencé a percibir algo que antes nunca noté, un aroma especial que me gustaba mucho. No pasó mucho para darme cuenta que era el mismo perfume que hace unos días me convirtió en una loca en el bus.

No pude evitar mirarlo para asegurarme que no era el mismo que me dejó llorando aquella vez. Lo hice tan obvio que se dio cuenta. “¿Estás preparada?”, comentó mientras su mirada seguía al volante, y me explicaba la forma en que teníamos que hacer que esos clientes nos firmaran el contrato.

Por un momento desapareció el odio, lo miré lindo por primera vez. Me desperté a mi misma, recordándome que no era el momento para ilusionarse.

La reunión comenzó un poco tensa. Los clientes exigían cosas que no estaban en el contrato. Fabián no se dejaba y también les replicaba las exigencias, sin embargo en un momento las cosas se pusieron tan hostiles, que me atreví a reprocharles: “Señores, creo que está discusión debimos tenerla en otro momento, ya la negociación se hizo y ustedes aceptaron todo lo que establece ese contrato”. No sé de donde había sacado fuerzas, pero lo hice.

La junta directiva de la empresa me miraba atónita, seguro por mi cabello. El presidente de la compañía, me miró con ojos de asesino. Se levantó de su silla, me señaló y dijo: “¿Y usted quién es para estar opinando aquí? Suárez (a Fabián), espero un nuevo contrato con todo lo que le acabo de pedir. Cuando esté listo, me avisa personalmente. Mientras tanto no los quiero ver por aquí”. Después de eso salió apresuradamente por la puerta y detrás de él, cada uno de los representantes de la Junta.

Por un momento en el día, mi cabello no fue importante. Sentía una vergüenza tremenda y culpa, por haber dejado que nuestro cliente se enfureciera de esa forma. Yo salí corriendo tras ellos hacia la salida, llorando como una magdalena.

Fabián me alcanzó en el estacionamiento. No dijo nada, solo me abrazó. Me sentí tan bien en sus brazos. Desde allí el perfume era más intenso, así que lo apretaba cada vez más. Estuvimos largo rato así, hasta que dejé de sollozar.

Me dijo: “Tranquilízate, esto es normal en este tipo de negociaciones. Tu actuaste muy bien”. Después de eso, me llevó a la casa.

He estado pensando en él el resto de la noche. Pero eso no ha evitado que llore, cada vez que me miro en el espejo y contemplo el terror de mi pelo, entro en llanto. :'(

martes, 9 de junio de 2009

¿Apología del delito?

Apología del delito
Artículo de la Enciclopedia Libre Universal en Español


En el ámbito del derecho penal, la apología del delito o del crimen es un delito que consiste en el elogio, solidaridad pública o glorificación de un hecho que con fuerza de cosa juzgada ha sido declarado criminal, o de su autor a causa de este hecho.

Giosue Cozzarelli, para un anuncio en "La Prensa" sobre el ATLAS Ilustrado






P.D. : Creo que el comercial tiene un error. Según sé el nombre la chica es Giosue no Giouse como ponen en el comercial...¿O querían proteger su identidad? XD


lunes, 8 de junio de 2009

Diario de una cebollita: Día 3



Diario de una cebollita

Día 3

Gracias Facebook

Por Dionisio Guerra

Necesito un baño en la playa. Son las cuatro de la mañana ahora. Sólo tengo dos horas para dormir antes de ir a trabajar. Como es costumbre, estoy tumbada en mi cama llorando. Mi día parecía glorioso pero al final de la noche se desmoronó.

En el trabajo lo único relevante que pasó fue que mi jefe me pidió representarlo mañana en una reunión con nuestros clientes más importantes, porque sale para un viaje de urgencia. La “buena noticia” (estoy siendo irónica) es que me toca ir acompañada con el socio nuevo, el “impoluto”. Creo que el desprecio es mutuo entre él y yo.

En la tarde me llamó Andreita, quería que la acompañara en la noche a celebrar el cumpleaños de Irma en una discoteca. Le dije que sí, pero después me arrepentí. Con el ánimo que he tenido estos días prefería quedarme en casa, pero cuando llegué del trabajo ella ya estaba allí esperándome, así que ni modo, me cambié y nos fuimos.

Estuvimos celebrando entre amigas por un rato, pero después me volví a acordar de lo mal que me ha ido en estas semanas. Pero algo que yo no me esperaba sucedió, apareció en escena Ramón y Ramiro, dos compañeros de la escuela que hace mucho no veíamos. Llegaron y se sentaron con nosotras.
Ramiro fue novio de Andreita en aquel tiempo y yo siempre me babié por Ramón. Comenzamos una agradable conversación entre los cuatros, pero luego de unos minutos, quedé conversando con Ramón mientras los otros recordaban viejos tiempos.

Me dijo que le encantaba verme, que estaba linda, que le agradaba haberme encontrado, que nunca se atrevió a decirme esas cosas en la escuela, pero la frase que terminó por derretirme fue “Me agrada que te hayas convertido en una hermosa mujer”. Sentí que fuegos artificiales estallaban dentro de mí. El poder de esa frase era lo único que me separaba de una depresión.

Un rato después nos estábamos besando. Fui feliz un par de horas y más cuando me dijo que le gustaría tener algo serio conmigo. Lo triste vino al contarme que en dos mese salía a estudiar a Europa por dos años. “¿Esperas a que venga?”, me dijo finalizando la noche.

El trayecto a casa esa pregunta fue la única cosa en mi mente, le di vueltas y vueltas. Por una hora estuve analizándolo en la cama. Me decía: “¿Qué puedo perder? Es un hombre maravilloso ¿Qué son dos años? Entonces me decidí a mandarle un mensaje confirmándole mi decisión. Entré a Internet, dispuesta a escribirle: “Creo que esta noche he descubierto que el tiempo no es nada. Acepto”.

Las manos me bailaban, el corazón me quería hervir, hasta que el mundo se volvió a caer sobre mí. Cuando abro su perfil en Facebook, lo primero que salta ante mis ojos, es Ramón está en una relación con Amanda”.

Primero me sentí entupida. Yo desnuda, aun maquillada, sentada ante el computador, ilusionada, dizque enamorada, para descubrir que los hombres siguen jugando conmigo. No pude evitarlo, las lágrimas comenzaron a rodar por mis cachetes y pronto quedé empapada en llanto.

Me entraron ganas de llamarlo, de putearlo, de asesinarlo, pero pensé que podría verme más imbécil que ahora, así que no lo hice. En cambio, me quede aquí en la cama llorando. No creo que pueda dormir, no puedo dejar de recordar su cara de príncipe azul prometiéndome el cielo.

Después de todo, creo que a quien tengo que fusilar es a mi misma. :'(

domingo, 7 de junio de 2009

Video: Life Bonita, Alejandro Lagrotta

Alejandro Lagrotta es uno de los artistas más queridos de Panamá, y porque no decirlo, con una de las mejores voces y letras en sus canciones. A mi en especial me encanta una que habla sobre una chinita que se llama “Enamolao”, pero ahora quiero hablar sobre el nuevo vídeo “Life Bonita”, que me ha dejado impactado favorablemente.
La calidad es de verdad genial, creo que es el primer vídeo musical hecho en Panamá con esta fotografía y me parece estupendo porque abre las puertas para que los nuevos talentos puedan hacer mejores cosas. El guión es lo único que me deja dudando (Rocky, Ghost, hasta hay un vídeo reciente de Daddy Yankee, con casi la misma temática), pero en realidad es salvable.
Tengo que confesar que la primera vez que escuché la canción en la radio no me gustó, creo que no me terminaba de convencer el spanglish, pero ahora la canto todo el día.
El mensaje es universal...más allá de las derrotas vivamos con felicidad nuestras vidas.
Espero que les guste este vídeo como a mí...