A
Yami le dije que ese día mientras hacía fila me agarró una diarrea. Por
supuesto que toda la oficina se enteró y todo momento se volvió propicio para
recordármelo. Sinceramente, prefiero eso a que se enteren de mi verdadera razón
para salir huyendo como un niño.
Lo
peor de todo fue lo que me comentó Yami unos días después mientras le daba el
bote. “…No te dije, mi novio cree que eres gay…”, me dijo revolcándose de
risa mientras estábamos en el tranque, como si fuera la gran gracia.
No
quise preguntarle más. Yo le pago el cine, el habla mal de mí. Estoy en el
mundo correcto. Creo que me hubiera afectado más si no sería la primera vez que
alguien me lo dice. La vida de un hombre adulto soltero, está arrinconada de
comentarios de ese tipo. Lo inquietante es que tres cuartas partes de esos
comentarios provienen de otros hombres.
Dejé
pasar esa observación como los otras veces. Que un tipo como ese, que tiene una
novia que ni siquiera puede llevar al cine, haga comentarios de ese estilo de
alguien como yo, me tiene sin cuidado. Así que seguí concentrándome en avanzar
en mi objetivo: encontrar una novia.
Le
tiré a varias en la oficina, pero ninguna caía. Hasta la practicante tenía
novio. Sin embargo, por esas cosas del destino, Yami me escuchó hablando con mi
abuela sobre lo bien que iba con mi “novia” y se encargó de regarlo por toda la
oficina.
Fue
entonces cuando pasé de ser Adrián, el de sistemas, a “Ad”, “Adri” y hasta
“gordo”. Un extraño entusiasmo por mí y por mi novia en todos lados. Que cuándo
la conocían, que cómo era, que qué hacía, si era flaca, bajita, trigeña, que si
caminaba por la izquierda o por la derecha, que si cocinaba rico, y hasta un
“pero ahora que tienes novia, te estás empeluchando, estás como más
agarradito”. De repente era un espécimen atractivo para el porcentaje femenino
de la oficina.
Por
eso, cuando llegó la invitación al cumpleaños del jefe, supe que no debía
faltar por ningún motivo. Probablemente sea allí donde encuentre a la chica que
ando buscando. Es una fiesta con piscina, así que además podré hacer mi propia
competencia en traje de baño.
Durante
la semana varias de mis compañeras me preguntaron si iría a la fiesta. Cuando
les decía que aún no sabía, me decían que “ay, que cómo alguien como yo no va
estar, que nunca es lo mismo sin mí”, que “si voy a llevar a la novia”, que como
es una fiesta de la oficina ellas no iban a llevar a sus
novios/esposos/quitafrios, que la idea era divertirse con la gente de allí y
toda clase de otros argumentos, que terminaron por convencerme que en esa
fiesta algo iba a pasar.
Desde
que nos avisaron de la fiesta comencé a hacer abdominales todos los días. No es
que las necesite mucho, pero quería impresionar.
Todo
listo. Mi short rojo de seguro llamará la atención. Es estilo los noventa, tipo
“Baywatch”, ni muy largo ni muy corto. Como a las chicas les gusta.
La
invitación decía a las dos y a la una y cuarenta estaba yo instalado en el área
social del edificio donde vivía el jefe. Fui el primero en llegar, ni siquiera
el cumpleañero había bajado. Para la hora que debía comenzar sólo estábamos el
jefe, su familia, y yo.
-Y
por qué no trajo a la novia- me dice con cara de yo-lo-sé-todo mi querido jefe.
Yo no podía articular palabra.
-Se
quedó estudiando. El lunes tiene un examen muy difícil- fue la tontería más
oportuna que se me ocurrió decir.
-Ah,
pero es que todavía está en la universidad. Es una pelaita- dijo mí ahora muy
interesado jefe.
-No,
ya acabó hace rato. Está cogiendo una maestría-dije pensando que ya lo había
arreglado todo. Pero él no se rendía:
-Maestría
en qué?-seguía preguntando como tratando de que yo le confesara todo. Estaba a
punto.
-En
algo de administración- dije yo luego de segundos eternos de reflexión,
agregando inmediatamente –Se ve bien la piscina, ya nos podemos meter ¿verdad?
Voy a cambiarme- le contesté sin esperar respuesta, yendo directo a los baños a
cambiarme.
Me
metí a la piscina solo. Para cuando comenzó a llegar la gente ya tenía la piel
hecha una pasa. Fueron todos, incluso Yami y Yorch, de los que procuré mantenerme
alejado.
El
short parecía funcionar. Tenía a la mitad de la oficina a mis pies,
literalmente. Recibí todo tipo de halagos, principalmente por mis piernas, de
las que decían nunca se imaginaron que las tuviera en tan buen estado.
Parecía
que ya tenía a Gaby de relaciones públicas en la mano. Debía tener 23 años, muy
flaquita, pero muy linda. Tiene las manos exactamente como me gustan, delgadas
y suaves. La sentí varias veces acariciándome la rodilla y eso era una señal
muy clara de que algo iba a suceder entre nosotros.
A
las siete de la noche, cuando el sol se había ocultado, estábamos todos
borrachos pero seguíamos en el agua. Yo había jugueteado con varias durante la
tarde, pero estaba seguro que las tenía todas de ganar con Gaby. Así eran las
cosas, hasta que sucedió aquel “incidente”.
Eran
las siete y media. Lo recuerdo muy bien, a pesar del alcohol, porque alguien
grito que si llegábamos a las ocho de la noche no tendríamos trabajo el lunes,
y que en ese momento faltaba media hora.
Yo
había inventado el juego de sumergirme bajo el agua por más tiempo cada vez, lo
que en realidad era una excusa para verle los pechos a Gaby. Ya iba por sesenta
segundo aguantado cuando sentí aquella “agarrada”. Mientras estaba bajo el
agua, alguien me apretó fuerte las…partes nobles, lo que me hizo salir
disparado hacia la superficie. Cuando me volteé a ver cuál de las chicas había
fraguado aquella atrevida hazaña, me encuentro con la ahora amigable cara de
Yorch.
-Cómo
va todo, hermano. ¿Cómo sigue la barriguita?-dijo con su cara sonriente cómo si
no hubiese pasado nada. No me atreví a preguntarle nada, y lo único que hice
fue devolverle la sonrisita. Salí enseguida de la piscina hacia el baño. La
borrachera se me quitó en ese momento. Este era el tipo que estaba cuestionando
mi sexualidad con la novia y ahora se sale con semejante “maniobra”.
Mientras
estaba en el baño se aparece el susodicho. Cierra la puerta del baño con
seguro. Ya no me queda duda, no fue un accidente. Pero la cosa toma un giro que
no me esperaba, con los ojos a punta de lágrimas me pide que por favor no le
diga nada la novia. <Si quieres me arrodillo>, me dice. Yo le digo que no
es necesario.
De
regreso a la piscina Gaby me lanza una mirada tentadora. De un chapuzón caigo a
su lado. Ella me recibe entrelazando sus manos en mi cuello. No sé si el resto
nos ve, pero aquí va a pasar algo. Mientras doy la vuelta, veo que Yami recibe
a Yorch de la misma forma. Definitivamente esta no va a ser la misma historia.
Continuará...
Antes en la Guía del soltero feliz
Regla 0: Se feliz, estás soltero
Regla 1: A las bodas siempre lleva pareja
Regla 2: Visita a tu abuela, pero no la hagas pensar demasiado en ti
Regla 3: El cine no es una actividad social
Regla 1: A las bodas siempre lleva pareja
Regla 2: Visita a tu abuela, pero no la hagas pensar demasiado en ti
Regla 3: El cine no es una actividad social
2 comentarios:
lo sabía!!!!!!!!!!! todo hombre q habla asi d otro e sporq él mismo es gay jajajaa, q poca madre! el diske novio resultó ser bi jajaja yorcha, suena bn jajajaja..... m kedé picada, q pasará en realidad con la chica pechugona??? se kedará con adrian , chin!!! ya quiero leer la otra !!!!! gracias por hacer q la gente con preocupaciones osnría con historias o blogs como este... Felicidades Dioni
soy fiel creyente que los hombres que son full homofobicos es porque estan celosos de los que si tuvieron la fuerza de salir de closet y ellos no.
Publicar un comentario