Intranquilo. No sé si esa es la palabra. Soy como un cuento que nunca termina, cuando me pierdo en los rizos de tus pestañas tratando infructuosamente de buscarte defectos. Pareces ser la perfección hecha dos ojos.
A veces también soy como el mar, desembocando siempre en tus orillas. Pero también soy como un eclipse, cubierto por tu recuerdo a medianoche, de día, y a esta hora en la madrugada.
Ya no encuentro la paz si no es en tus ojos. Ya no encuentro vida si no es en tu nombre, que se han convertido en mi testamento, en mi religión y en mi columna vertebral. Que, como nunca antes, se ha perpetuado en mi razón a causa de tus besos (hacerme creer lo contrario es imposible).
Quisiera quedarme pegado en tu boca y que mis besos dijeran las cosas que siento. Quisiera invernar en tu mirada y que tus ojos solo pudieran ver cuánto te quiero. Me gustaría inundar tus palabras y que tu boca solo hablara de mí.
Y ahora, mientras escribo este verso comienzo a sentir en mi cuello tu sonrisa infinita que siempre logra hacerme feliz; y como ahora, y como nunca, he vuelto a comprender que eres tú, a quien necesitaba aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario