Me desconecté. Bueno, no es cierto. He estado aquí, pero
estuve en pausa de escritura porque estaba concentrado trabajando en el guion
del cortometraje que vine a escribir a Cuba. Sí, esto último tampoco es cierto.
Escribo siempre. Hasta dormido. En el escritorio, en la cama, en el baño, en el
bus, en clases, en un cuaderno, en servilletas, en el celular. Es lo que hago y
lo quiero hacer. Es la razón por la que estoy aquí. Pero ese no es el cuento.
Equipo para mi primer cortometraje.
Vine a Cuba a aprender de guion y escribir una historia de
diez minutos para un ejercicio de la escuela. Ese tiempo llegó, el guion ya se
escribió y en unas semanas se inicia la filmación. Así que dediqué la mayor
parte de mi tiempo y casi todo mi esfuerzo a ese proceso. Fue un proceso duro,
complicado e intenso. Muy intenso. Lo que aprendí de este proceso es que un
guion se compre de uno por ciento de escritura y noventa y nueve por ciento de
reescritura. Es un proceso largo, complicado y demandante. Pero ya acabó o casi…así
que estoy de vuelta.
He seguido mis visitas por la Habana. Entre las más relevantes
estuvo mi visita al Acuario, ubicado en Miramar, una de las áreas comerciales y
hoteleras de la ciudad, lejos del centro, los edificios antiguos y casi que de
los turistas, pero que ofrece una experiencia bonita por diez pesos de moneda
nacional (diez CUC si eres extranjero).
En el parque hay algunas peceras para mirar, pero el
atractivo real son los espectáculos de leones marinos y delfines. Yo disfruté
mucho ambos espectáculos.
Vino Chanel a hacer un desfile a La Habana, pero al parecer era muy privado
así que no me animé a ir. Lo único que visité fue una exposición de Karla
Lagerfeld en la Habana Vieja.
Bueno, eso por ahora, procuraré no ausentarme demasiado.