domingo, 6 de diciembre de 2009

Cuento: El Secuestro

El Secuestro

Por Dionisio Guerra

Bao descubrió que había alguien viviendo en su cuerpo un día en que inauguraban un importante centro internacional de comercio en la Zona Libre. Primero pensó que le había atacado el sueño, pero cuando estaba a punto de dormirse logró verlo con el rabito del ojo tratando de escurrirse hacía su nariz. Intentó perseguirlo, pero el sujeto hábilmente se le escapó por el conducto ocular. Mientras lo seguía hacía dentro de sí con la vista, parte de la comitiva que lo acompañaba se levantó asustada a socorrerle, asombrados de que al Señor Presidente se le estaban virando los ojos.
A partir de allí comenzó a observarle en innumerables ocasiones, casi siempre en actos oficiales y cenas con embajadores, pero trataba de comportarse como si nada pasaba para no alterar a los funcionarios que lo acompañaban.
No fue hasta que el Papa visitó su país que Bao comenzó a preocuparse por el sujeto que vivía dentro de él, porque esa fue la primera vez que intentó apoderarse de él. Mientras el Sumo Pontífice hablaba el personaje salió, ya no por una esquina, sino que se apoderó de todo su ojo izquierdo.
Poco a poco le fue inhabilitando miembros, hasta paralizarlo totalmente. Bao le hacia la pelea, pero con esfuerzos casi inútiles. Afuera no sucedía nada extraordinario, aunque uno que otro comenzaba a notar el repentino desinterés del Presidente en el discurso del Papa.
Aunque débil, trataba de disuadirle. Cuando el sujeto intentó asfixiarle, se las ingenió para que el aire le entrara a través de la boca, pero la gente lo interpretó como bostezos. Al intentar mirar al exterior para pedir ayuda, el ser le cerró los parpados impidiéndole la visión.
-Mira, se durmió el Presidente-se le escuchó decir a alguien de los que estaba sentado hasta atrás, pero el rumor fue creciendo como una ola hasta que llego a los oídos del mismo Papa, que al darse cuenta comenzó a gritarle enfurecido.
Bao le escuchaba, pero no podía hacer nada, ya que en ese momento estaba bajo el yugo de su captor. Afortunadamente para él, la voz arrugada del Santo Padre de una agudeza infernal, molestaba tanto al ocupante que poco a poco comenzó a ceder, así que aprovechó, tomó control inmediato de su cuerpo y quedó con los ojos tan abiertos como antes.
Fue un despertar extraño a la mirada de todo un país. Maldiciéndole por su imprudencia, el Papa regresó al atril para terminar su discurso. Mientras, él solo se limitó a hacerle una señal a su asistente que se aproximó corriendo. -Tráigame una taza de café, por favor-


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Dionisio!!! como se te ocurren esas cosas...jeje te felicito, de ahora en adelante cada vez q vea a alguien que le pase eso pensare que esta siendo victima de un secuestro interno...
muy bueno...

Dionisio dijo...

Jajaja...Gracias Anónimo...yo lo vi en vivo

Dionisio dijo...

Jajaja...Gracias Anónimo...yo lo vi en vivo

RealGiGio dijo...

Achala, pobre presi.. será algún demonio??


qué imaginación Dio!!!