martes, 18 de marzo de 2008

1492/ Échenme agua bendita

Tengo serios problemas con la semana santa (en realidad creo que mis problemas son más con la iglesia, que se tambalea estos días, mientras el “devulfren” anda haciendo de las suyas por allí) y ahora que estoy en ella, no sé realmente si deba tomar en cuenta todo lo que no hacia cuando era un niño.
Ahora me avergüenzo, pero hubo momentos en que temía vivir el resto de la vida con rabo y orejas de chimpancé, colita de sirena o de cortar un árbol porque saldría sangre, pero ahora me da más miedo acercarme a cualquier culto religioso porque puedo salir con el cerebro lavado o un tatuaje con tres seises.
Hay poco que entiendo de esto, porque muchas veces en casa, nuestra idea era ir a la vigilia del “sábado de gloria”, solo para obtener nuestra ración de “agua bendita” para el resto del año.(Cosa que nos serviría para… ¿repeler vampiros?¿Ahuyentar la casa de tuliviejas?¿Calmar la sed?)
Si le digo esto a mi abuela dirá que me acuerde de lo que nos pasó a mi familia un día de viernes santo, (cuando mi papá, mi mamá y yo, casi nos ahogamos en un río) por tentar al diablo en una fecha sagrada y, encima, no hacerle caso de no salir. (Por cierto, casi nos morimos aquella vez)
He quedado totalmente desamparado de culto y eso me da cierta nostalgia. Lo peor es que no tengo un plan “B” para contrarrestarlo. ¿Me puedo volver religioso por unos días? Quiero ver cómo salen los chorros de sangre de un palo de mango que tenemos en el patio, mientras trepado en él me convierto en mono.



No hay comentarios: